¿COMO SE CONVIERTE EL CARBON EN ELECTRICIDAD?
La vida moderna no puede imaginarse sin electricidad. Ilumina casas, edificios, calles, proporciona calor doméstico e industrial, y alimenta la mayoría de los aparatos utilizados en los hogares, oficinas y máquinas de la industria. Mejorar el acceso a la electricidad en todo el mundo es un factor clave para disminuir la
pobreza. Resulta sorprendente pensar que 1.600 millone xcs de personas en todo el mundo, el 27% de la población mundial, no tienen acceso a la electricidad
El carbón térmico se utiliza en las centrales eléctricas para generar electricidad. Las primeras centrales eléctricas convencionales de combustión de carbón utilizaban carbón grueso, que se quemaba en la parrilla de una caldera para generar vapor. En la actualidad, el carbón se muele primero para conseguir un polvo fino, lo que aumenta el área de superficie, haciendo que se queme más rápidamente. En estos sistemas de
Combustión de carbón pulverizado (PCC), el carbón en polvo se insufla a la cámara de combustión de una caldera en donde se quema a una alta temperatura. Los gases calientes y la energía calorífica producida convierte el agua, que pasa
por unos tubos que rodean la caldera, en vapor.
El vapor de alta presión es conducido hasta la turbina, que contiene miles de aspas tipo propulsor. El vapor presiona estas aspas, haciendo que el eje de la turbina gire a gran velocidad. Hay
un generador montado en un extremo del eje de la turbina y consta de varias bobinas de cable. La electricidad se genera cuando estas bobinas giran rápidamente en un campo magnético fuerte. Después de pasar por la turbina, el vapor se condensa y regresa a la caldera para volver a ser calentado (véase el diagrama de la página 21).
La electricidad generada se transforma en tensión alta, hasta 400.000 voltios, y se utiliza para una transmisión económica y eficaz a través de las líneas de alta tensión. Cuando está cerca de llegar al punto de consumo, como nuestros hogares, la electricidad se transforma en sistemas de tensión de entre 100 y 250 voltios, más seguros, que se utilizan en el mercado doméstico.